lunes, 19 de diciembre de 2011

REFLEXIONES ANTE LA MUERTE DE KIM JONG IL



Ha muerto un líder del socialismo coreano a quien la prensa imperialista ha empezado a caricaturizar. Para los socialistas del mundo, cualquier caricaturización es una ofensa al sentido común. Necesitamos reflexionar acerca de un modelo socialista que ha sobrevivido a la guerra fría, al descalabro de la URSS y el aggiornamiento neoliberal del comunismo chino. Pensemos entonces.

DERRUMBE DE LOS MITOS Y RECOMPOSICIÓN DEL SOCIALISMO

Corea socialista sobrevivió a la unipolarización del mundo contemporáneo. A los países del Tercer Mundo (colonias, semi-colonias, neo-colonias), no nos favoreció en absoluto el tránsito de un mundo bipolar (Washington-Moscú) a un mundo unipolar. A quienes predicaban doctrinas alternativas al socialismo real, (trotskistas, anarquistas, maoístas) tampoco. A quienes desde la izquierda criticaron ácidamente las imperfecciones de las sociedades socialistas, proponiendo un socialismo perfecto, inmaculado e impoluto, les fue peor. La unipolaridad del mundo significó el monopolio del discurso político por parte de la aplanadora ideológica neoliberal. El discurso triunfalista del neoliberalismo se apoderó de los medios de información masivos y de las aulas universitarias.

Colapsado el único modelo de aplicación del socialismo marxista, tanto en Europa del Este como en el lejano Oriente, desde Moscú hasta Pekín, Corea del Norte sobrevivió a todas las tempestades económicas y al acoso político y militar del imperialismo yanqui, constituyéndose en la principal amenaza nuclear en el Pacífico. Pero, ¿qué hace de Corea del Norte un ejemplo negativo para los marxistas occidentales?

LOS RIESGOS DEL TRÁNSITO ININTERRUMPIDO

Corea del Norte, como ningún socialismo asiático, llegó a la economía planificada después de una real revolución burguesa. Veamos la teoría en sí. La tesis trotskista de la revolución permanente se parecía mucho a la tesis leninista del tránsito ininterrumpido y por etapas: ambas querían realizar la revolución burguesa bajo la dictadura del proletariado y arribar lo más pronto posible a la construcción de la economía socialista. A diferencia de lo que habían pronosticado Marx y Engels, el socialismo no se construyó en los países de economías capitalistas más avanzadas (Inglaterra, Alemania, Francia) donde el proletariado industrial era más numeroso. En tiempos de Lenin, la evolución del capitalismo a su fase monopólica (imperialista) obligaba a replantear la estrategia y táctica del proletariado. La cadena se rompería por el eslabón más débil: las colonias o semi-colonias. Pues bien, el tránsito de aquellas economías semifeudales al socialismo, obligaba a un salto acrobático de transformaciones estructurales que imponía riesgos políticos. Algunos fueron saltos mortales. Corea socialista aplicó la idea Zuche, basada en el absolutismo del líder y la comunión con su pueblo.

LOS SOCIALISMOS SUPÉRSTITES

Después de 1990 contábamos con los dedos de una mano cuántos países socialistas quedaban en el orbe. Decíamos Cuba, Corea del Norte, Viet Nam, Laos, Bielorrusia. Los socialismos asiáticos, siguiendo la regresión de China, involucionaban hacia el capitalismo dependiente. Pero justamente esos socialismos asiáticos tenían denominadores comunes, tales como surgir de guerras de liberación nacional y de sociedades eminentemente agrarias con amplios rezagos pre-capitalistas. El caso de Cuba es distinto, a pesar de compartir con los otros países mencionados la liberación nacional y el socialismo. En Cuba la vía democrática liberal se había agotado entrecruzándose con dictaduras militares, pero ambas siempre dependientes directamente del imperialismo yanqui.

Nos interesa mucho esta distinción entre procesos políticos. La democracia burguesa capitalista o “liberal” no prosperó en colonias semifeudales como Corea o Vietnam. Europa del Este después de la 2da Guerra Mundial experimentó la construcción del socialismo en países donde hubo revoluciones burguesas. Volviendo a Cuba, señalaríamos que el modelo democrático liberal se agotó en su descarada dependencia del imperialismo yanqui. Difícilmente los socialismos que se construyen en países donde se ha pasado por la vía democrático-liberal, culminen en regímenes unipersonales o dinásticos consanguíneos.

EL CASO COREANO

Dejemos la historiografía al lado. Corea del Norte formó parte del mundo socialista antes de su división tras la polémica Pekín-Moscú. La idea Zuche caracterizaba al socialismo coreano diferenciándolo en matices de la línea de Mao en China y de la de Ho Chi Minh en Vietnam. Muerto el máximo líder histórico, Kim IL Sung, asumió la continuidad dinástica en el poder su hijo Kim Jon IL. Kim IL Sung nos dejó el recuerdo de su alianza estratégica con el gobierno de Alan García, a quien auxilió con un gran lote de fusiles AKM y patrulleros de fabricación norcoreana, en plena lucha antisubversiva.

Desde luego, está demás la precisión: a los comunistas peruanos nos conviene que existan países socialistas que se opongan al imperialismo principalmente yanqui. El desarrollo de misiles atómicos por Corea del Norte es un poderoso disuasivo al coloso imperial. Pero tenemos que precisar también que el modelo de sucesión dinástica en el poder es propio de monarquías pre capitalistas. El absolutismo, la aristocracia y el totalitarismo se suponen derrotados por la revolución burguesa, la misma que es superada con creces por la revolución socialista.

Al ver llorar desesperadamente de rodillas y con gritos destemplados a los norcoreanos por el reciente fallecimiento de Kim Jon IL, nuestra modesta opinión materialista dialéctica sufre un duro contraste. Peor si ya se anuncia que uno de los hijos del occiso dirigente asumirá el mando. Definitivamente no es el socialismo que postulamos.

¿Y QUÉ SOCIALISMO POSTULAMOS?

Lecciones hemos sacado del desplome de los estados socialistas a fines del siglo pasado. Entre muchas razones estructurales y superestructurales, identificamos una razón política de vital importancia: la constitución orgánica del estado socialista. Los soviets fueron órganos de la democracia directa de masas y por lo tanto órganos del poder popular. Cuando estos órganos se atrofian y son sustituidos por una élite en el poder, el socialismo debe empezar a contar sus días. Nada más pernicioso para el socialismo que los privilegios de la casta dirigencial y el silenciamiento de las masas en cuanto a decisiones de gobierno. Se trata de un “estado tipo comuna” que debería ser la última forma de estado, apuntando a la desaparición de esta maquinaria opresora. El socialismo de Marx y Engels, como el de Lenin, no tiende a perpetuar la estructura del estado, sino a su desaparición. En esto reside la diferencia entre marxismo e interpretaciones fariseas.

viernes, 9 de diciembre de 2011

ARTEMIO OTRA VEZ, LA MISMA ESTUPIDEZ


Un fenómeno complejo, obviamente, tiene un proceso de desarrollo donde existen varias contradicciones. El materialismo dialéctico nos enseña que ante un fenómeno complejo, donde hay más de una contradicción, corresponde identificar cuál es la contradicción principal. Y a esta contradicción principal se le subordinan las otras contradicciones. Clase elemental, dirían muchos camaradas.

En el momento actual, nuestro país no tiene como contradicción principal la oposición o antagonismo entre el Estado y el terrorismo. Los tres últimos gobiernos han esgrimido, a su conveniencia, la tesis fantástica del “rebrote terrorista”. Uno de los principales agentes de opinión del imperialismo yanqui: Fernando Rospigliosi, quien así como disfrutaba de los dineros de las agencias “intelectuales” financiadas por el imperio y luego formó en planilla de personal de la embajada yanqui, clamando por la ausencia de democracia en Cuba y critica a Hugo Chávez, trepó en la escala política anunciando el supuesto e imaginado “rebrote”. Y así llegó a ministro del Interior. Y la pegó de inteligente. Y hasta que votó por Keiko Fujimori, este año, no hubo tan temido rebrote. Y a este productor de superchería barata algunos lo llamaban “intelectual”. ¡Por favor! Permítannos disimular la risa.

Ahora el camarada Artemio ocupa páginas de la prensa local. Éste es un refrito de la peor especie y en la circunstancia que vive el país no es más que un globo aerostático para que la conciencia colectiva se aleje de los verdaderos y urgentes asuntos que comprometen el destino nacional. El camarada Artemio, por enésima vez, pide diálogo y promete entrega de armas o inutilización de las que luce ante cámaras. ¿Quién le presta atención al impotente Artemio? Promoverlo a primeras planas es útil para que la solución del conflicto de Conga y similares venga por el lado autoritario del anti-terrorismo. Con toda intención, relevar a Artemio a un lugar de importancia mediática que no le corresponde, abona el camino del autoritarismo, del cretinismo antisubversivo y de la militarización de los conflictos socio-ambientales.

Preguntamos: ¿Qué acciones militares de gran envergadura le corresponden a la columna de Artemio en los últimos 15 años?... ¿En qué momento, durante la última década, Artemio ha sido una amenaza contra el estado de derecho?... ¿Qué grandes movilizaciones de contingentes militares, batallones y compañías han sido provocadas por las escaramuzas de Artemio y su grupete?... El conflicto de Conga sí ha motivado un gran despliegue militar con estado de emergencia, pone en riesgo la autoridad del Estado y pone por los suelos el prestigio del presidente “nacionalista” Ollanta Humala.

El cogobierno Humala-Toledo se garantiza a través de la suma de votos en el Parlamento, ya que los nacionalistas no tienen mayoría parlamentaria. Pero a su vez el toledismo y otros operadores en la propia esfera de poder, cumplen con el encargo del Departamento de Estado Norteamericano: controlar toda acción nacionalista que sea lesiva al capital monopólico, a los dictámenes del Banco Mundial y del FMI.
El fantasma del rebrote terrorista, del diálogo (o según la claudicación sin condiciones de los senderistas: “solución política a los problemas derivados de la guerra”), está al servicio de dos cosas: la primera, ya la dijimos, es la solución represiva a los conflictos socio-ambientales; la segunda, es la oficialización de la impunidad de genocidas y masacradores de nuestro pueblo durante el conflicto interno. Represión a los dirigentes populares que luchan contra la voracidad de las mineras e impunidad a los asesinos de uniforme.

Por ejemplo, la detención arbitraria del dirigente cajamarquino Wilfredo Saavedra, pretextándose mediáticamente en que fue, hace años, preso por terrorismo, no tiene asidero legal. Al no ser una detención motivada por mandato judicial ni producirse en flagrante delito, es un secuestro de los sabuesos de DIRCOTE. Por supuesto, hay ingenuos que creen que la “equivocación” la cometieron los agentes policiales de DIRCOTE. Pero ese mismo día el presidente Ollanta Humala dio un discurso ante las Fuerzas Policiales denunciando a aquellos que habían sido ayer traidores a la patria y hoy son dirigentes populares. Por lo tanto, queda demostrado que el secuestro de Saavedra y sus cinco acompañantes, fue motivado por orden presidencial.

Es en este contexto político donde aparece la nada sorprendente entrevista al inútil, impotente y claudicante camarada Artemio, en medio de enmarañadas selvas y con indumentaria digna de quienes no presentan una sola batalla a las fuerzas del orden establecido. Ya el efecto está logrado: hacerse eco en toda la prensa local, figurando incluso en titulares, como si éste fuese el problema de mayor trascendencia. El refrito ha cumplido su función. Es natural que avizoremos otros similares en el horizonte, sumándose a sorprendentes capturas y revelación de redes de financiamiento, de rebrotes, rearticulaciones, tinglados truculentos de sombríos personajes del pasado, organigramas policiales y notas periodísticas digitalizadas desde los servicios de inteligencia.

Recuérdese siempre: nos gobierna un ex -oficial de las fuerzas antisubversivas, no un luchador social. Su carta de amnistía para militares y policías, la guarda celosamente debajo de la manga, al igual que sus ímpetus de estrategia antiterrorista para reprimir a las poblaciones que no acatan sus mandatos.

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