lunes, 8 de julio de 2013

LA IZQUIERDA REAL Y QUÉ CLASE DE UNIDAD ES POSIBLE

Aunque usted no lo crea, la izquierda peruana existe. No hablamos de las mismas caras de siempre, del retrato de familia que tomaron las cámaras Kodak instamatic a fines de los 70’. De esos no hablamos. Nos referimos a los ciudadanos de a pie que hicieron posible la existencia de los partidos que cada uno de los señores feudales vampirizó. El ideario de la izquierda se fue trasmitiendo de generación a generación, no por mero ejercicio de la tradición oral, sino porque los jóvenes heredan las condiciones socio-económicas que anteriores generaciones sufrieron y combatieron.

Aunque usted no lo crea, el voto de la izquierda ha puesto al actual presidente de la república y a la actual alcaldesa capitalina. En los dos casos, los votantes izquierdistas han sido defraudados y traicionados. Ollanta se olvidó del Gran Cambio, del Alba, del nacionalismo, de la protección de los recursos, de la soberanía, etc.  Susana Villarán se reveló como lo que fue siempre: una caviar al servicio de las transnacionales que financian proyectos “humanitarios”, fiel a la caja de USAID,  adicta neoliberal,  amiga de las damas de blanco en Cuba, de Yoani Sánchez y de Capriles en Venezuela.


Se lo advertimos y no hicieron caso

Aunque usted no lo crea, nuestra humilde organización de izquierda revolucionaria (ML-19) , advirtió la catadura de ambos. No era necesario ser cartománticos. La naturaleza de un alacrán no se modifica por las buenas intenciones del ingenuo que quiera domesticarlo. Siempre le picará. Y aunque usted no lo crea, la zurda del "mal menor", siguió y sigue apostando al “candidato de unidad”, al out sider que pueda salvarlos de sus miserias orgánicas e ideológicas para las siguientes elecciones. Los mismos jerarcas que frisan la tercera edad, fueron los que apostaron por Velasco y les mordió la mano, los que apostaron por Fujimori en 1990 y les destrozó el brazo, los que apostaron por Toledo y los dejó fuera de circulación. Y son los mismos que hicieron el gran papelón con Ollanta, con los auspicios de quienes no deberían entrometerse en asuntos internos de otros países.


El voto de la izquierda y los saurios en extinción


Los cadáveres políticos de antaño siguen usufructuando lo que queda de sus organizaciones y no tienen opción de candidatear, pero tampoco están dispuestos a posibilitar el recambio generacional. Generar sucesores, fuera de sus familiares o incondicionales, no está en su agenda. Esas momias insepultas han desviado incluso a quienes podían sucederlos, como es el caso de Santos en Cajamarca. Le hicieron el peor servicio al proponerlo candidato presidencial apenas se iniciaba la lucha contra Conga. Los apetitos electoreros no conjugan con el espíritu de lucha de todo el pueblo, justamente por el desprestigio de la clase política y la experiencia de haber visto por décadas los intereses de los trabajadores subordinados a los intereses personales de unos cuantos “vivos”.

El voto de izquierda es un voto masivo anti -neoliberal, antiimperialista, en pro de los derechos humanos, por una sociedad plural e inclusiva, etc. Ese voto clama por representantes auténticos, emanados de la misma lucha y no elaborados al margen de ella. Pero reclama también por un programa de lucha que los capitostes y mandarines de la gerontocracia partidaria no han puesto sobre la mesa. La discusión de un programa revolucionario es mucho más urgente que un proceso de unidad basado en el cubileteo electoral o en la repartija de candidaturas. El voto de la izquierda no debe servir jamás para poner a otro imbécil en el palacio presidencial o a parásitos sociales en el parlamento.


Algo en lo cual insistimos y seguiremos insistiendo


La izquierda y el pueblo en general están en absoluta desventaja bajo las condiciones impuestas por una legislación electoral que es obra de Fujimori y Montesinos. Hace dos periodos electorales hicimos un llamado a todas las izquierdas para unirnos en un solo bloque y luchar por una nueva ley electoral y también por una nueva ley de partidos políticos. No quisieron asumir la batalla, en la creencia que con esta legislación, heredada de la dictadura, podían ganar.

Para nadie es un secreto que la constitución vigente es obra de Fujimori y Montesinos. Es una constitución neoliberal, anti-soberana y antilaboral. La izquierda tradicional propuso una nueva asamblea constituyente, una nueva constitución, pero poco a poco fue abandonando la lucha y ni siquiera se quedó con la consigna. Nuestra organización llamó a todas las izquierdas a luchar sin desmayar, sin retroceder ni claudicar por una nueva constitución.

Otra propuesta nuestra fue luchar porque el voto universal y secreto no sea obligatorio. Estamos en una republiqueta donde se sanciona a los ciudadanos que no les interesa votar. Por ello, se legitima la democracia representativa a través de una medida coercitiva.

También pusimos énfasis en la construcción de los órganos de poder popular. La democracia representativa es un viejo armatoste desprestigiado ante los ojos del pueblo. Este caduco artefacto es sostenido increíblemente (por dolo, error u omisión) por la izquierda tradicional. La democracia representativa no es nuestra democracia, dijimos, porque la nuestra es la democracia directa de masas, con amplia participación ciudadana.

No nos escucharon y no nos escuchan. Parece que la izquierda tradicional se siente cómoda bajo el látigo del amo. Pero insistimos para que estos puntos sean incluidos en una nueva plataforma de unidad que, por supuesto, también debe contener otros clásicos tópicos.

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